...en Macondo comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver...
Peces de ciudad
Joaquín Sabina
martes, 18 de marzo de 2008
jueves, 13 de marzo de 2008
PROVOCANDO UNA CULTURA LITERARIA
M.A. Klenya Morales de Bárcenas
Coordinadora de Difusión Cultural
Vicerrectoría de Investigación, Postgrado y Extensión
Universidad Tecnológica de Panamá.
La mejor manera de cultivar una cultura de lectura en el país, comienza por casa. Estoy convencida de que los hijos de padres lectores, que han crecido en hogares en donde los libros ocupan un lugar especial, tienen muchas más posibilidades de estar expuestos a la lectura. El Estado, la escuela y la universidad solamente pueden afianzar este gusto y crear una necesidad por la lectura, pero tanto en este ámbito como en materia de valores, educación, filosofía de vida, se aprende en casa.
Pero la sociedad no puede ser un convidado de piedra en esta gestión de cambio cultural, pues ella misma ha creado todo tipo de diversiones que impiden una relación más personal con los libros. Proponemos más y mejores políticas públicas y privadas, abaratamiento de costos de publicación y venta de libros, ferias, concursos,conferencias y replanteamiento de las prioridades de nuestra educación y de las maneras de impartirla. Sólo así podemos crear más oportunidades de avanzar en estos campos. El Estado debe invertir en la formación y contratación de educadores preparados, remunerados con salarios dignos que los motiven a seguir su formación y buscar la excelencia. Hay que invertir en investigación de manera ilimitada, ya que lamentablemente no estamos produciendo materiales a la altura de los tiempos que vivimos, y lo poco que ve la luz no recibe el apoyo ni la divulgación necesarias. Nuestros intelectuales mueren sin haber encontrado la oportunidad de hacerse escuchar por el pueblo y sin posibilidades de transmitir sus herencia.
La empresa privada tiene el deber social de detectar estas iniciativas y apoyarlas económicamente, pautar en espacios culturales, promover eventos vinculados con la cultura. Los medios de comunicación tienen que asumir de una vez por todas, su papel de orientadores de la opinión pública y ofrecerle a la juventud alternativas que marquen sus vidas. Los involucrados en cultura debemos reinventar las maneras de difundirla. Todos ganamos.
El problema
El primer paso para atraer a los jóvenes universitarios al mundo de la lectura es asegurarnos de que el estudiante de primaria y secundaria sepa leer. No exagero. Es impresionante ver nuestros adolescentes leer en voz alta. No entienden la puntuación, no entienden el contexto, no leen de corrido. ¿Se imagina usted lo difícil que puede resultar estudiar para un examen de varios capítulos un material que ni siquiera hemos terminado de entender? El dominio de la mecánica de la lectura es básico para que el mensaje pueda llegar a su destino y ser asimilado. Les propongo un simple experimento. Hagan a su hijo leer frente a ustedes en voz alta. Y prepárense para los resultados.
Luego de controlado el problema de la lectura como proceso intelectual, entonces se impone una revisión de los materiales que hacemos leer a los muchachos. Los profesionales que tenemos que ver con la educación debemos echar mano de la tecnología y a las técnicas de marketing para afectar las preferencias del estudiante. Echemos un vistazo a los blockbusters del momento y sabremos por dónde va la cosa. A los muchachos les gusta saber la verdad, les gusta descubrir por sí mismos. Es nuestra responsabilidad seleccionar materiales provocativos, actuales y retadores. En Panamá hay que crear una cultura de aprecio por el arte y la belleza y debemos dejar de poner cara de desesperación cuando los muchachos demuestran interés por las artes. La competencia por la atención del joven es feroz y el reto del educador es afectar el ánimo de un ser humano en formación, que vive en el medio de excesos de estimulación de todo tipo. No podemos pensar con estándares del siglo pasado, cuando los problemas del mundo y las maneras de entenderlos han cambiado dramáticamente. El calentamiento global, la cultura de la comida rápida, el consumismo desmesurado. El descuido de la vida espiritual. Estos son problemas nuevos y necesitan nuevas aproximaciones.
¿Cómo hacer leer a los muchachos?
Los temas de la literatura son universales. Nadie inventa nada nuevo, simplemente reciclamos las ideas de Aristóteles, Shakespeare, Chomsky o Borges. La búsqueda interna, el amor, la guerra, la traición. La lucha entre el bien y el mal. Las obsesiones humanas. Las conspiraciones, los secretos. Las vidas de quienes han dado forma al mundo. Sería interesante analizar de manera seria las motivaciones de Luke Skywalker o las de Darth Vader, las de la familia Buendía, el perfil psicópata de Catalina Creel o las relaciones disfuncionales de los Simpson. Comparar las fuentes clásicas con los productos de mercado que recibimos hoy día. Encontrar el origen de las historias de Cohelo en la Biblia, el Corán o los cuentos del siglo XIII. Provocar. Sugerir. Ayudar a descubrir. Nuestra educación tiene que ser más crítica. Debemos atrevernos a decir que un clásico nos parece aburrido y debatir las razones por las cuales no creemos en los personajes perfectos. Los jóvenes tienen derecho a escribir su propia historia y exigen estímulos y modelos positivos. No miremos hacia los lados buscando culpables. El problema siempre está en nosotros mismos, y si no tratamos de solucionarlo, entonces lo estamos empeorando.
Pienso que lecturas obligatorias para nuestros jóvenes son "El mundo de Sofía" de Jostein Gaarder, "El amor en los tiempos del cólera," de Gabriel García Márquez, el Sermón de la Montaña, del Evangelio de San Mateo, "A través del tormento" de Francisco Clarck y "Veinte Poemas de amor y una canción desesperada", de Pablo Neruda. Hagamos nuestra propia lista de favoritos y compartámosla con los muchachos. Podríamos encontrarnos con una sorpresa.
M.A. Klenya Morales de Bárcenas
Coordinadora de Difusión Cultural
Vicerrectoría de Investigación, Postgrado y Extensión
Universidad Tecnológica de Panamá.
La mejor manera de cultivar una cultura de lectura en el país, comienza por casa. Estoy convencida de que los hijos de padres lectores, que han crecido en hogares en donde los libros ocupan un lugar especial, tienen muchas más posibilidades de estar expuestos a la lectura. El Estado, la escuela y la universidad solamente pueden afianzar este gusto y crear una necesidad por la lectura, pero tanto en este ámbito como en materia de valores, educación, filosofía de vida, se aprende en casa.
Pero la sociedad no puede ser un convidado de piedra en esta gestión de cambio cultural, pues ella misma ha creado todo tipo de diversiones que impiden una relación más personal con los libros. Proponemos más y mejores políticas públicas y privadas, abaratamiento de costos de publicación y venta de libros, ferias, concursos,conferencias y replanteamiento de las prioridades de nuestra educación y de las maneras de impartirla. Sólo así podemos crear más oportunidades de avanzar en estos campos. El Estado debe invertir en la formación y contratación de educadores preparados, remunerados con salarios dignos que los motiven a seguir su formación y buscar la excelencia. Hay que invertir en investigación de manera ilimitada, ya que lamentablemente no estamos produciendo materiales a la altura de los tiempos que vivimos, y lo poco que ve la luz no recibe el apoyo ni la divulgación necesarias. Nuestros intelectuales mueren sin haber encontrado la oportunidad de hacerse escuchar por el pueblo y sin posibilidades de transmitir sus herencia.
La empresa privada tiene el deber social de detectar estas iniciativas y apoyarlas económicamente, pautar en espacios culturales, promover eventos vinculados con la cultura. Los medios de comunicación tienen que asumir de una vez por todas, su papel de orientadores de la opinión pública y ofrecerle a la juventud alternativas que marquen sus vidas. Los involucrados en cultura debemos reinventar las maneras de difundirla. Todos ganamos.
El problema
El primer paso para atraer a los jóvenes universitarios al mundo de la lectura es asegurarnos de que el estudiante de primaria y secundaria sepa leer. No exagero. Es impresionante ver nuestros adolescentes leer en voz alta. No entienden la puntuación, no entienden el contexto, no leen de corrido. ¿Se imagina usted lo difícil que puede resultar estudiar para un examen de varios capítulos un material que ni siquiera hemos terminado de entender? El dominio de la mecánica de la lectura es básico para que el mensaje pueda llegar a su destino y ser asimilado. Les propongo un simple experimento. Hagan a su hijo leer frente a ustedes en voz alta. Y prepárense para los resultados.
Luego de controlado el problema de la lectura como proceso intelectual, entonces se impone una revisión de los materiales que hacemos leer a los muchachos. Los profesionales que tenemos que ver con la educación debemos echar mano de la tecnología y a las técnicas de marketing para afectar las preferencias del estudiante. Echemos un vistazo a los blockbusters del momento y sabremos por dónde va la cosa. A los muchachos les gusta saber la verdad, les gusta descubrir por sí mismos. Es nuestra responsabilidad seleccionar materiales provocativos, actuales y retadores. En Panamá hay que crear una cultura de aprecio por el arte y la belleza y debemos dejar de poner cara de desesperación cuando los muchachos demuestran interés por las artes. La competencia por la atención del joven es feroz y el reto del educador es afectar el ánimo de un ser humano en formación, que vive en el medio de excesos de estimulación de todo tipo. No podemos pensar con estándares del siglo pasado, cuando los problemas del mundo y las maneras de entenderlos han cambiado dramáticamente. El calentamiento global, la cultura de la comida rápida, el consumismo desmesurado. El descuido de la vida espiritual. Estos son problemas nuevos y necesitan nuevas aproximaciones.
¿Cómo hacer leer a los muchachos?
Los temas de la literatura son universales. Nadie inventa nada nuevo, simplemente reciclamos las ideas de Aristóteles, Shakespeare, Chomsky o Borges. La búsqueda interna, el amor, la guerra, la traición. La lucha entre el bien y el mal. Las obsesiones humanas. Las conspiraciones, los secretos. Las vidas de quienes han dado forma al mundo. Sería interesante analizar de manera seria las motivaciones de Luke Skywalker o las de Darth Vader, las de la familia Buendía, el perfil psicópata de Catalina Creel o las relaciones disfuncionales de los Simpson. Comparar las fuentes clásicas con los productos de mercado que recibimos hoy día. Encontrar el origen de las historias de Cohelo en la Biblia, el Corán o los cuentos del siglo XIII. Provocar. Sugerir. Ayudar a descubrir. Nuestra educación tiene que ser más crítica. Debemos atrevernos a decir que un clásico nos parece aburrido y debatir las razones por las cuales no creemos en los personajes perfectos. Los jóvenes tienen derecho a escribir su propia historia y exigen estímulos y modelos positivos. No miremos hacia los lados buscando culpables. El problema siempre está en nosotros mismos, y si no tratamos de solucionarlo, entonces lo estamos empeorando.
Pienso que lecturas obligatorias para nuestros jóvenes son "El mundo de Sofía" de Jostein Gaarder, "El amor en los tiempos del cólera," de Gabriel García Márquez, el Sermón de la Montaña, del Evangelio de San Mateo, "A través del tormento" de Francisco Clarck y "Veinte Poemas de amor y una canción desesperada", de Pablo Neruda. Hagamos nuestra propia lista de favoritos y compartámosla con los muchachos. Podríamos encontrarnos con una sorpresa.
martes, 4 de marzo de 2008
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