viernes, 13 de julio de 2007

Mentiras

Desde que renuncié a mi puesto como directora médica de la clínica mi vida ha sufrido algunos cambios radicales. Me cambié el color y el corte de cabello. Soy otra. Cuando comencé a trabajar como telefonista de un call center de emergencias, sabía que estaba sobrecalif icada, pero desconocía sus efectos inmediatos en mi vida personal. Soy casi un vampiro. Falta de apetito. Básicamente lo único que me falta es el ataúd; es como tener un jetlag sin haber dejado de tocar tierra. Yo, toda una f isiatra. Viviendo de noche. Tan alerta de las urgencias absurdas del resto de la gente que no puedo conciliar el sueño por muy cansada que llegue a casa. La que habría sido nuestra. Oigo tantas cosas extrañas. Toco tantas vidas. Resuelvo tantas vainas diferentes. Las personas se meten en los problemas más inverosímiles cada día. Y es gente que jamás conoceré. No es normal. No tengo tiempo de estar ni conmigo, pues cuando estoy sola pienso en todo lo que pasé dentro del monótono cubículo de mi of icina. Solo me acompañan la radio y los extraños en problemas. Hoy tuve que negociar largamente con una mujer que había inventado unas 25 formas de suicidarse. No le gustaba lo que veía en el espejo por las mañanas. Ni por las tardes, ni por las noches. Estaba tan lejos de sí misma. Mientras conversaba con ella, les enviaba un mensaje de texto a los paramédicos para que acudieran a prevenir que cometiera alguna locura. Tiene cuatro hijos y un marido que está bastante más allá de la inf idelidad. Llegaron justo a tiempo ya que la pobre tipa tenía el Kama Sutra de los suicidios en su botiquín. Mil y un maneras de morir sin receta. No es por nada pero salvé otra vida. Siempre quise salvar vidas.Hoy decidí caminar a casa. No acostumbro a caminar sola a las tres de la madrugada en esta ciudad. Pero la brisa es irresistible esta noche. El cielo me recuerda aquella creencia egipcia de que las estrellas son huequitos por los cuales se f iltra la luz del paraíso. En las tardes asisto a una clase de Literatura Universal. Todos esos escritores estaban abusaban de todo, del café, del opio, del sexo, de la vida y aun así eran geniales. Probablemente por eso eran geniales. Desde luego que estoy muy ocupada. Pero sinceramente no tengo tiempo de acordarme de ti, ni de que pisoteaste mi dignidad, mi alma, ni de que fue un desastre el haberte conocido. Es como terapéutico y hasta ahora está funcionando. Te he extirpado como a un tumor. Ni siquiera te recuerdo mucho aunque sigas programando nuestras canciones en la radio. Al menos las que yo creía que eran nuestras canciones. El hecho de que tu turno sea igual al mío es mera coincidencia. El hecho de que escuche tu programación en la estación de radio, obedece simplemente a que siempre me gustó. A veces abusas de nuestra sacrosanta One de U2. ¿A quién quieres engañar? Es obvio que entre una y otra cosa quisieras volver a empezar y ser normal, como pretendiste serlo al conocerme. Apuesto lo que sea a que tienes mi foto en la cabina, como de costumbre, aunque solamente sea como coartada. Deberías buscar ayuda profesional. Deberías pasar largas y caras horas en el diván de un psicoanalista que te explique la verdadera razón de por qué me dejaste ir. Debiste haberle explicado tus traumas de niñez, de tu juventud en la academia militar, del abusivo de tu padre borracho, tu madre pusilánime y tu incapacidad de comprometerte y amar a una mujer. Quizás necesitas medicinas, internamiento o vigilancia. O las tres cosas al mismo tiempo.¿Cómo diablos fue que terminamos así? Más bien la pregunta sería ¿cómo fue que llegamos a comenzar este asunto? No es que me guste pensar en la cerveza fría del Fenway Park en medio de un juego de los malditos Red Sox o de los malabaristas de fuego en el Farmer´s Market. Es que todo eso era porque tú estabas. Realmente nada de eso me gustaba. Bien sabes que nunca tuve mucho criterio propio. Más bien nunca me gustó la confrontación. Hace mucho frío aquí. Ahora estamos escuchando a Nirvana. Y digo estamos, pues sé que tú la estás programando y yo la estoy oyendo. Sabes que la estoy oyendo. Sé que no la programas para mí. Fue muy difícil convencer a esa mujer de que no se matara. Fue fácil entender sus directrices.Y pensar que un día decidí que no iba a dejar de quererte. Y entonces me enteré de que en algún lugar del mundo habías dejado de pensar en mí. Habría sido mucho más sencillo si la competencia hubiera sido entre otra y yo. Al menos contra una mujer podría haber salido bien librada. De lo nuestro no hay regreso. Me hormiguean las piernas.Dicen que uno nunca se acuesta a dormir sin haber aprendido algo nuevo. Yo hoy aprendí algo de la mujer a quien ayudé a salvar. Has pasado a Air Supply. Algo en el Agua de Maravilla sobre tu tocador debió habérmelo advertido. Algo en tus exfoliantes Clinique y en tu habilidad para llamar al color rosado de quince maneras diferentes. Yo que te creí el más sensible de los hombres. No es bueno que la gente no sepa la verdad de las cosas. ¿Cómo se puede dormir tantas noches junto a un desconocido? Se acaba el espacio pero no tengo mucho más que decirte. La gente no debe vivir en la mentira ni dentro de un closet. Tengo sueño. Son las 9 de la ma...
© 2007, Klenya M. Morales.

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