No crean que este término significa fobia a mi columna. Así se le denomina al temor supersticioso que le tenemos ciertas personas al número 13. Cuando comenzó el 2013, pensé que iba a ser un año muy fuerte. No me equivoqué. Empecé a escribir la columna llena de motivos y de ganas de contarles sobre un año que pensé que iba a ser un desastre, que de hecho lo fue porque perdí a mi amado abuelito, y que al final se ha convertido en una bendición. Pero a medio camino me di cuenta que era simplemente otro año más y que a ustedes no les iba a interesar para nada leer sobre mi vida.
Así que decidí hacer algo un poco más ambicioso con este espacio. Espero que me sigan el ritmo.
En Bélgica si no es que ya lo hicieron, están a minutos de aprobar la eutanasia infantil, una reforma normativa que, de salir adelante, permitirá a los niños y adolescentes solicitar el suicidio médicamente asistido si padecen una enfermedad terminal incurable.
Mientras hace un par de semanas esperaba en la fila del supermercado, leía en la revista Time --que no iba a comprar-- sobre lo avanzado de la sociedad Sueca, que prácticamente ha suprimido el uso de los artículos femeninos y masculinos para referirse a las personas a nivel individual. Han instaurado un estilo de educación prácticamente asexual, la cual no dudo comenzará a ser expandida y globalizada hacia el resto del planeta. Al fin y al cabo, ellos son el primer mundo.
La ONU por su lado, intenta ayudar a países como Bolivia a facilitar el aborto en casos especiales. Si todos los países desarrollados le dan el derecho a la mujer de interrumpir su embarazo por inconveniente, ¿quiénes son los latinoamericanos subdesarrollados y primitivos para hacer retroceder a las sociedades de los derechos que tanto les ha costado conquistar?
No creo que el mundo esté peor que hace 50 años. No creo que ahora estemos peor que cuando los romanos tiraban a los cristianos a los leones. Muchas veces me he encontrado a mí misma viendo "Mil maneras de morir" y hasta riéndome de las situaciones estúpidas en las que la gente pierde la vida. Y entonces me doy cuenta de lo patética que soy al reírme de un programa que denigra el valor de la vida humana. Pienso en que si hubiera un "Mil maneras de morir" versión mascotas, ya alguien habría mandado a quemar en la hoguera a los productores por maltrato animal. Pero eso está bien, porque muchos animales son más fieles que los seres humanos ¿No?
Soy abogada de profesión. Conozco la ley. Sé cómo funciona el sistema. Entiendo el derecho a la libertad y los derechos humanos. Vivo en un mundo del que no puedo sustraerme, aunque a veces quisiera fugarme a otra dimensión. Los tres casos que les acabo de contar me parecen particularmente aberrantes. Son la ausencia total del amor. Son lo opuesto a la misericordia. Son la gran declaración de cobardía de los tiempos que me han tocado vivir.
Pero esa es mi opinión. No creo que haya ninguna ley capaz de mover el corazón del hombre ni de hacerlo mejor ni peor. Lo único que puede vencer al lado oscuro de la humanidad es el amor. Pero no el amor romántico de las películas. Sino el amor de aceptar la historia que te ha tocado, al otro tal y como es y tratar de vivir vidas decentes, dignas y valiosas.
Imaginen un mundo en el que todo el que quiere aborte a un bebé inconveniente. En el que los a los niños enfermos o con discapacidades se les mate por las razones que sea. Un mundo en el que sentirte como hombre o como mujer porque así naciste, sea una ofensa pública. Un mundo en el que llevar un crucifijo al cuello será un crimen. ¡Bienvenido a la Edad Media! ¡Que las probabilidades estén siempre a tu favor!
Los dejo con otra frase de película:
"El mejor truco del Diablo, fue convencer al mundo de que no existía"
Los sospechosos de siempre.
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