Los chiricanos somos orgullosos de nuestro origen y hasta insoportables para muchos. Eso es un hecho. Pero nos sobran las razones. Y no precisamente gracias a nuestros gobiernos centrales. Estas líneas van dedicadas a todos aquellos que juraron defender los intereses del pueblo. Para recordarles que Chiriquí también es parte de ese pueblo.
Nunca me he considerado “del interior”, como nos dicen los capitalinos. Lo siento despectivo y distante. Pero es la realidad. Del puente para acá y de Tocumen para allá, para lo único que servimos es para la hora de contar los votos y para que los metropolitanos se escapen de Panhattan-- ese caos que ha resultado de cubrir y dejarse cubrir hasta el último centímetro de tierra –y de mar—de concreto. La desidia de los Gobiernos Centrales hacia “el interior” es tan atroz y tan común que a nadie le sorprende. Siento que cuando nos cumplen, es para no quedar mal. Somos un mal necesario.
Pero saben una cosa. Ya no nos importa. Nos hemos acostumbrado a sus migajas y hemos seguido hacia adelante. Seguimos pagando los impuestos del César y a sus mediocres pretores locales. ¡No ha alcanzado ni para nuestro nuevo estadio de béisbol!
Y seguimos caminando del lado de Dios, que no nos olvida y que nos llena de fuerza, amor y entusiasmo. Y que nos regala un cielo más azul y un aire más puro.
No somos PTY. Y ni ganas tenemos. Somos Panamá y la patria es mucho más que un landscape de película, una Asamblea circense o una clase política decadente que se ríe de un pueblo pacífico y optimista.
Que estoy generalizando. Tienen un punto y de antemano me disculpo con los que no tienen nada que ver. Hay muchos que panameños que se identifican con nuestra causa y sienten este suelo chiricano como suyo. Que estoy enfadada. Tienen razón. Pero también estoy feliz. Feliz de que ese olvido, conserve lo que aún nos queda de belleza, de la que todos somos responsables. Que el precio exorbitante de los pasajes de avión haga difícil que PTY se traslade en pleno a Chiriquí todos los fines de semana. Que los medios de comunicación repliquen la mala vibra y no tengan espacio para las buenas noticias de los interioranos.
Nos la seguiremos arreglando con lo que sobra después de los robos de los funcionarios, los sobresueldos de los allegados al poder, las botellas, las contrataciones directas, los subsidios electorales y la malversación de fondos. Necesitamos más que carreteras: también queremos seguridad, museos, monumentos lindos, parques verdes y tenemos deseos de una vida mejor.
Pero reclamamos y alardeamos de lo que nadie nos puede quitar: pertenecer al suelo de Belisario Porras, Roberto Durán, Mariano Rivera y María Olimpia de Obaldía.
Seguiremos vistiendo la camiseta roja.
Seguiremos jurando a la tricolor.
Porque lo panameños, no nos lo quita nadie.
Seguiremos vistiendo la camiseta roja.
Seguiremos jurando a la tricolor.
Porque lo panameños, no nos lo quita nadie.
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