Hay cosas que damos por descontadas. Quizás pienses que hay milagros que se hacen solos mientras tú duermes. ¡Qué equivocado estás!
La despensa llena. Que el presupuesto alcance. Que la chequera esté balanceada. La ropa limpia y planchada. La lonchera llena. Las citas del seguro. Pagar las letras del carro, la hipoteca, la luz, el agua. Que la casa esté limpia para que nadie estornude. Que los invitados queden satisfechos. Que las paredes estén limpias. Que la lavadora sirva. Que los carros tengan gasolina antes de que vuelva a subir. Que los niños aprendan a rezar. Que se corten el cabello. Que los uniformes estén listos, las tareas hechas y los regalos de los cumpleaños comprados.
Bastas hechas. Botones cosidos. Comida caliente, variada, apetitosa, nutritiva. Que todos coman. Música adecuada en la radio. Karate, ballet, guitarra. Acudiente. Todo a tiempo.
Regia. No se acepta menos. Blower al día. Mechas, tratamientos manicure y pedicure. Vestir de última. Ir a correr tres veces por semana. Cremas antiarrugas. Piel perfumada. Ocho vasos de agua al día. Comer ensalada hasta el hartazgo. Amante complaciente, ardiente, dispuesta e innovadora.
Profesional de éxito. Emprendedora. Hacer tu propia empresa, desde un puesto de tortillas hasta una boutique, o una escuela. Sin lugar para errores. Dividida entre sus emociones y su carrera. Creativa, receptiva, tolerante, inteligente, equilibrada. Administradora de problemas. Mediadora de conflictos. Ingeniera de soluciones.
Hermana, hija, amiga. Todos cuentan contigo. La que sabe de amor. De disciplina. De la comida del perro. De las manualidades. De la masilla. De la tarea que se quedó en casa. De las ecuaciones que no ves desde hace 20 años.
Líder política. Doctora. Maestra. Enfermera. Emprendedora. Estratega. Policía. Jefa. Ama de casa. Activista. Decoradora. Bella. Perfecta. Mujer.
Si tu casa es un hogar, no es por arte de magia. Es porque una mujer tomó las riendas y puso todo en orden. Porque se fijó en los pequeños detalles. Porque pintó libélulas en una esquina. Porque enmarcó las fotos importantes. Es porque las Úrsula Buendía, las Juana de Arco, las Margaret Tatcher o las Isadora Duncan estamos en todas partes, siendo cómplices de Dios en hacer de éste, un mundo en el que valga la pena vivir.
No necesito que le coloquen género a cada sustantivo que se refiere a mí para sentirme tomada en cuenta. No necesito marchar para demostrar mi humanidad ni mi derecho a decidir. No necesito quien me adoctrine sobre cómo realizarme y cómo no. No necesito que me laven el cerebro. Sé lo que pienso de mí misma. Sé que me falta mejorar y estoy dispuesta a hacerlo.
Quien diga que ser mujer es una simple característica genética, como el color de la piel o la textura del cabello o quien piense que ser mujer es una conducta aprendida, busca demeritar la complejidad del papel decisivo que juego en la historia de la humanidad. Y no lo acepto.
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