Cuando era niña, contaba los días que faltaban para la Feria
de David. Así como quien espera Navidad o su cumpleaños. Bueno así.
Los fuegos artificiales que se veían desde mi casa. La música
de los toldos a lo lejos, la cual debo aclarar antes sonaba un poco menos bunga
bunga que ahora. Manzanas cubiertas de rojo caramelo echando al traste el
trabajo odontológico de mi tío Guillermo. Algodón de azúcar. Carne en palito,
que según mis mayores era carne de gato. Meterme con mi abuelita por cada
esquina de la Feria. El dolor de pies a las 5 de la mañana porque ya no puedes
más. Creo que nunca me perdí, que yo recuerdo. Cuando me tocó atender el
quiosco de las frituras y dar vueltos. La música de fondo de aquellos días era “Mi
chica veneno” de Ritchie. Pasear en el Quitrín. El olor de la exposición de
ganado. El terror de ir a ver a María Pepa. La exhibición de los tiburones
congelados. Los “aparatos”. El calor sofocante de marzo. La vez que salí
vomitando de la Tagada. Los helados Peluches. El inmenso mapa de Panamá con las
luces y el agua. Los Batidos de fresa de Payasos. Las Brochetas de carne con
una tortillita arriba. La Vereda Tropical. La fiebre de los carritos locos y la
lucha frenética por conseguir uno. La primera vez que regresé a casa con el
canto de las cascas y todas las luces encendidas (no había celulares para
reportarse). Aún nadie cree que mi reloj de pulsera se me dañó.
En la Feria vi mi primera corrida de toros, con Juanito
Saldaña. Vi exposiciones de pintores panameños. Asistí a fiestas de embajadas. Una
vez me entrevistó una “famosa” periodista con apellido de pájaro. Me tomé fotos
con Franchesca y Chayanne. Otra vez mi papá me defendió de un transeúnte que
estaba pasado de copas. Luego vinieron los tiempos del Pub Herrerano y la Zona
X. Gracias a Dios esa época no me duró mucho. Poco a poco los lugares
tradicionales fueron desplazados y por un tiempo mis papás se quedaron sin
lugar donde parquear. Una vez compré unos cisnes que estaban llenos de un
líquido rosado. Recuerdo a la gente pidiendo empanadas de tuna, porque la Feria
caía en Semana Santa. También recuerdo Campeonatos de Beisbol en pleno 19 de
marzo.
Ahora soy una expatriada. Tanto tiempo paso fuera de
Chiriquí, que confundo el amor por mi tierra con la nostalgia, con el recuerdo,
con lo que fui. Quisiera volver a ser niña y contar los días para ir a los
caballitos.
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