lunes, 12 de enero de 2015

Hemos sido padres mediocres

Este artículo me ganó muchas participaciones, desde vieja loca hasta lo que ustedes quieran. Aquí les comparto mis pensamientos.

De salida les digo que soy católica practicante. Catecúmena, para que vayan a Google y desestimen mi opinión porque no soy de “mente abierta”. Pero no es a los librepensadores a los que dirijo mi artículo, pues ellos tienen un cerebro tan evolucionado que no creo que mis ideas emanadas directamente de las catacumbas les causen más que risa y lástima.
Les hablo a los padres de vocación, comprometidos con amar a sus hijos y que los han esperado con ilusión, para que vivan y aprendan hasta que no les quepa más conocimiento. A los que les importa la coherencia entre vida y pensamiento, y a los que quieren que sus hijos tengan todo.
No hemos sido parte de la solución y hoy estamos a punto de ver lo que pasa cuando la gente que sí está convencida de sus principios toma la batuta.
Nos urge un programa de educación sexual. El trabajo que nos correspondía a los padres lo hace la internet, los videojuegos –que ya simulan hasta gang rape (violaciones grupales)–; la basura con la que las dos principales televisoras locales envenenan a todo el que no puede pagar cable; la violencia sexual explícita de Game of Thrones; la publicidad sexista de todo el sistema capitalista, y el twerking (baile sugestivo) de la ex Hanna Montana, verdaderos ideólogos de esta generación.
Por si fuera poca la bazofia disponible sin control, ahora quieren que el archicompetente Estado custodie la educación sexual de mis hijos. ¡Pero si yo tengo un plan! Me he preparado para darles a mis hijos esa educación de élite que no puedo pagar. Tendré que hacerlos desaprender sobre esterilización voluntaria a los 18, ideología de género y viabilidad moral del aborto. Encima de las preocupaciones paternales debido a las drogas, el comunismo, neofascismo, consumismo, etcétera, mis hijos tendrán acceso a la parafernalia anticonceptiva sin que yo me entere. Pasarán 12 años hablando de sexo.
Soy fan de Calle 13, Caifanes y Sabina; me enloquecen Gabo y Asimov. Soy ambiciosa, ansiosa por vivir, escribir y leer. Escritora por ósmosis y abogada por accidente. Mujer interesada por mi lugar en el mundo. Me apasionan Simone, Friedan y el misterio de la violencia doméstica que ejerce quien juró amarte. Mis escritos me preceden desde los 15 años. No gastaré tinta en eso.
Supongamos que yo soy la única madre con este esquema. Lo cual es falso. Mi derecho de minoría será pisoteado. Pienso que el aborto es un eufemismo de asesinato. Tendré que modificar mi plan, porque he sido ciudadana mediocre, con miedo a defender mis principios por no ser tachada de intolerante y no involucrarme a tiempo. La agenda feminista del gobierno demócrata de Estados Unidos encontró la perfecta fisura histórica para colonizar la mente de mis hijos.
Estoy pensando en un plan B. Blindaré a mis hijos al precio que sea. Porque si este Gobierno no veta y sustituye el proyecto con algo que valga la pena y sea acorde a esta sociedad, Planned Parenthood volverá a la carga.

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