viernes, 7 de junio de 2019

7 de junio. Quinto día cautiva.

Después de la tormenta, Diosito nos mandó este atardecer. Y a pesar del aguacero, JD me pudo traer mis berenjenas gratinadas.
Mamá me mandó vídeos de la primera clase de TKD de Lucas y se me salieron las lágrimas.

Hoy no tenía proyecto, así que leí, caminé y me la pasé en las redes. Me reí con lo de Fabio, lo acepto. Recibí pistachos de mi bro JG y muchos wassaps.

Acá adentro uno trata de seguir siendo la ama de casa perfecta y hacer que todo siga funcionando, pero ante la impotencia de la separación mientras espero a mi bebé, es que se puede valorar lo mucho que significa que mamá esté cerca, cuidando de TODOS mis chicos. 

Mi mamá es mi roca y gracias a ella tengo un poquito más de paz. Ella siempre se sacrifica por su pollito más débil, que en este caso soy yo. Una de mis metas en la vida es que mis hijos algún día me admiren aunque sea un tercio de lo que yo la admiro a ella. Ser mamá es algo que no se agota no se acaba. Cuando la vida te tira curvas, es cuando más valoras a tu equipo. Y yo tengo un equipo de lujo. Las pruebas son fuertes, pero con tanto amor alrededor, es imposible sentirse del todo solo. Allá en casa, papá se hace cargo de sus cosas y no se queja. Unos abuelos de lujo siempre dispuesto a hacer "los sacrificios que haya que hacer". No puedo pensar en mayores bendiciones.

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